miércoles, marzo 16, 2005

teniss (plural de tenis)

Hoy, ampollas en los pies de tanto basket tan de golpe, el tenis no era una opción a corto plazo. Así que lo he sustituido (en la medida en que es sustituible ;-) ) por la piscina.

Me he buscado un programa de entrenamiento en Internet. He decidido empezar por la 3ª sesión del plan para nadadores de nivel medio que quieren hacer ejercicio aeróbico. He escrito lo que tocaba en un papelito cuadrado con un bolígrafo pilot negro (que (¡hurra!) no se corre con el agua), he “pillao” la herramienta (bañador, toalla, chanclas, gafas, gel, 3 bolsas de plástico (la de las chanclas, la de las cosas mojadas y la de la ropa sucia), ropa limpia, tarjeta y candado) y, ni corto ni perezoso me he dirigido al polideportivo de Torremolinos. Ahora que lo digo, ¿qué significa corto?, ¿con un ligero retraso en el aprendizaje? Será “tímido”, ¿no? Pues creo que una buena forma de describirme sería: corto y perezoso.

Bueno, el caso es que tras aparcar el coche y antes de entrar en la piscina me he dado un paseillo por el complejo deportivo. Un poco por que me daba pereza meterme al agua , otro poco para hacer tiempo mientras el atasco de las 8’30 en las calles de nado libre (ríase usted del de Gran Vía) se licuaba y, también, para ver si no había terminado la clase de volley que imparte G. y de la que tantas veces me habla.

Del volley no había rastro. Me quedé un momento mirando a una niña que recibía clases de tenis en la pista contigua. Tendría unos 10 años. (La verdad es que mi contacto con los niños desde hace un tiempo es sorprendentemente escaso y me cuesta calcular su edad.) Primero dio un drive. Entró, y bastante bien dirigida. Luego un revés, también le dio bien. Será suerte, me dije. Pero la niña seguía devolviendo una bola tras otra sin fallar ni una. He empezado a tener la misma sensación que producía ese anuncio de la tele en el que se veía a un hombre que corría por una acera, después llegaba a un puente levadizo que se estaba levantando y cuando la brecha era demasiado grande para superarla de un salto, el tío daba un brinco increíble y seguía corriendo tan tranquilo. La niña estaba allí, tan normal, tan niña, pero no se le iba ningún golpe. Todas las devolvía rasas, rozando la red y hacia el profesor, que no tenía ni que moverse para llegar a la bola. Era sorprendente cómo, tras unos pasos cortos y dubitativos y una preparación un tanto desmadejada, como si la raqueta le pesara demasiado,(preparación se llama a echar la raqueta hacia atrás mientras la bola se acerca al jugador, para que luego el golpe se haga con recorrido, con inercia) el golpe era siempre bueno.
Mi segunda reacción (tras el estupor inicial) ha sido la de avergonzarme recordando mis últimos intentos de mejorar mi revés. Pero, poco después he llegado a mi tercera y definitiva interpretación de la situación. Estaba presenciando un flagrante caso de explotación infantil. Dos tipos con pinta de familiares mafiosos observaban las evoluciones de la futura hermana Williams desde el banco del lateral de la pista. Y me he dado cuenta de que la pobre niña estaba en una clase particular, con un profe, una pista iluminada solo para ella. Era una niña-inversión. Estoy convencido de que los padres de la niña lo han calculado todo para que les saque de pobres. Seguro que se han dado cuenta de que las campeonas de los torneos del gran-slam son cada vez más jóvenes y ya se frotan mirando a su niña-billetedelotería y pensando en Roland-Garros del 2012. Y lo peor es que, a la niña, igual hasta le divertía jugar al tenis.



Salvando las distancias, lo de la niña me ha recordado un extraño diálogo con mi madre. Un diálogo que me hace avergonzarme mucho más que mi revés.





Había llegado a casa feliz, con mis tenis recién comprados, relucientes (como un niño con zapatos nuevos) y fui a enseñárselos a mi madre. Ella, mientras ponía la lavadora, me preguntó:

- ¿No era esa marca la que explotaba niños en sus fábricas?

Lo dijo sin mala intención. Simplemente por decir algo, o como mucho, para comprobar que tenía bien un dato, para usarlo en alguna conversación futura.

- No se.

E hice un esfuerzo por pensar en otra cosa.



Cruel mundo éste de publicidad, multinacionales, globalización… . Siempre hay alguien dispuesto a hacer por ti el trabajo sucio y a ni siquiera venir a alardear para que le agradezcas el favorcito. Tal vez a Al Capone le pasaba lo mismo. El creía que sus negocios eran legales aunque le extrañaba que funcionasen tan bien.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo conozco de cerca el caso de un niño al que el padre entrena a diario para que se convierta en un Nadal próximamente. La cuestión es que el niño tiene 15 años y si no ha despuntado ya, no lo hará nunca. Eso sí, no sé cómo se las apañan, pero todo esta gente aficionada al tenis son pijos, con chalets y BMW's...
Lo de Nike es cierto pero también es cierto que sus deportivas son las mejores. Lo digo porque los hijos de una amiga mía, muy pequeños, destrozan los tenis del mercadillo en una semana. Los de Nike les duran casi un año.

Así que, prueba superada para Nike.

11:52 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo conozco de cerca el caso de un niño al que el padre entrena a diario para que se convierta en un Nadal próximamente. La cuestión es que el niño tiene 15 años y si no ha despuntado ya, no lo hará nunca. Eso sí, no sé cómo se las apañan, pero todo esta gente aficionada al tenis son pijos, con chalets y BMW's...
Lo de Nike es cierto pero también es cierto que sus deportivas son las mejores. Lo digo porque los hijos de una amiga mía, muy pequeños, destrozan los tenis del mercadillo en una semana. Los de Nike les duran casi un año.

Así que, prueba superada para Nike.

11:52 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bueno.... como los artistas no viven del aire te pongo un comentario!!!
No te preocupes demasiado por lo de tus bambas nuevas, ya no hay nada que no haya sido desvirtuado.

Gracias por tu "concupiscencia" ;)

Miss Guisante

1:59 p. m.  

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